Un mal día, los nervios, o simplemente la situación de estrés que provoca enfrentarse a una entrevista de trabajo pueden jugarnos una mala pasada a la hora de tener éxito en un proceso de selección. Por tanto, debemos cuidar nuestro lenguaje no verbal y adecuarlo a nuestro discurso para no desmentir lo que intentamos transmitir con palabras.
Ser naturales y sonreír son dos factores que crearán un clima cordial y, a su vez, generarán comodidad, lo que hará que ganemos confianza con el interlocutor desde un primer momento. El mantener contacto visual con todos los entrevistadores (en caso de que hubiese varios), el utilizar las manos pero sin exagerar y el evitar posturas defensivas como cruzar piernas y brazos, ayudarán a conservar este clima distendido pero a la vez formal. Por último, debemos evitar interrumpir al entrevistador pero utilizaremos una escucha activa afirmando con la cabeza y planteando nuestras dudas una vez termine su discurso. De esta manera, mostraremos un verdadero interés en el puesto de trabajo.
Septiembre está a la vuelta de la esquina y con él, comenzarán muchos nuevos procesos de selección. Así que, ¡pongámonos manos a la obra trabajando nuestra comunicación no verbal!